martes, 2 de mayo de 2017

Columna En voz alta Candidatos diminutos

Columna En voz alta Candidatos diminutos


Teotihuacán en Línea. Por: Gerardo Viloria. El Estado de México, entidad fundadora de la federación, refleja la más alta importancia poblacional, electoral, política, económica y social.
Se podría imaginar a este territorio como la síntesis del país ya que por su prodigalidad, capacidad de recibir y arraigar a quienes no somos oriundos de ella y que sumamos más de la mitad de sus pobladores, es el conjunto de muchos México, en lo cultural, social, valores, actitudes y perspectiva.
En su suelo se presentan manifestaciones extremas de riqueza y pobreza, concentración y dispersión demográfica, modernidad y tradición, dinamismo económico y atraso.
Desafortunadamente, enfrenta una situación crítica de seguridad pública al ser el estado del país con la mayor tasa de violencia con delitos de alto impacto por encima de la media nacional en 20 años y concentrar a ocho de los municipios más inseguros del país.
No obstante, a través de su historia, ha brindado al país una pléyade ciudadanos cuyas aportaciones en diferentes ámbitos han contribuido al desarrollo de la nación.
En este contexto resulta deleznable que en la actual contienda electoral por la gubernatura del Estado, los aspirantes a dirigirlo no muestren la estatura política que requieren sus habitantes.
Tanto en un encuentro efectuado en el noticiario Despierta de CARLOS LORET DE MOLA, como en el producido por el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM), no han sabido construir una opción inteligente.
Ataques, acusaciones, descalificaciones, andanadas por malos resultados gubernamentales, corrupción, dimes y diretes, han sido la tónica.
A esto se suma protagonismo y populismo extremo, ellos lo pueden todo. Saben, sin ayuda, como resolver –de la noche a la mañana- los más persistentes problemas que aquejan a la ciudadanía.
Con ambición retórica prometen mejores sistemas de educación, salud, vivienda, pero ellos ni sus hijos acuden a los mismos, ni moran en unidades habitacionales.
Además, como si fueran dadivas o favores y no deberes, con soberbia trazan declaraciones.
En ese cruce de caminos, expresan una irrealidad producto de los vacíos de su razón.
En el proceso dialéctico de la nueva cultura política ha de existir congruencia entre pensamiento y quehacer.

Quien logre ser electo debe considerar que gobernar requiere autoridad moral, preparación, responsabilidad, reflexión y pensamiento creativo para conducir al conjunto social –en consenso- hacia la conquista de un horizonte promisorio.

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