sábado, 9 de marzo de 2019

El japonés que curó a Madero: Kingo Nonaka

El japonés que curó a Madero: Kingo Nonaka


Teotihuacán en Línea. Especial. Kingo Nonaka, nacido en la isla de Kyushu, llegó a México a los 16 años de edad; era 1906, época en que la nación comenzaba a reconstruirse.
Luego de la Guerra de Independencia (1810-1821) en la que México se proclamó una nación soberana tras la conquista española, el gobierno mexicano y el japonés firmaron un acuerdo para exportar trabajadores del campo ante la ausencia de mano de obra en el país.
En esa primera oleada de migrantes japoneses llegó Kingo Nonaka junto con sus tíos y otros familiares. Trabajarían el cultivo del café en Salina Cruz, Oaxaca, pero las cosas no salieron bien. La ‘exportación’ de mano de obra japonesa no fue organizada y en un momento había más de ocho mil nipones en aquel pueblito; el trabajo no era suficiente para todos.
Un grupo de japoneses, entre los que se encontraba Nonaka, decidió probar suerte en Estados Unidos y comenzaron a caminar hacia el país del norte con las vías del tren como referencia. Durante tres meses caminaron y varios murieron por la dura travesía.
Nonaka llegó a Ciudad Juárez en donde se asentaría unos meses para conseguir dinero y continuar su trayecto hacia Estados Unidos, sin embargo, su nulo español complicó el objetivo de conseguir un trabajo.
“Necesitaba comer pero, ¿cómo le hacía?, no sabía el idioma. Se quedaba a dormir en la banca de un parque. Ese parque estaba frente a una iglesia y una señora todos los días pasaba y lo veía. Un día esa señora lo adoptó, lo aceptó en su familia”, relata Genaro Nonaka, su hijo, en una entrevista para la televisión local de Baja California.
La mujer que lo adoptó era jefa de enfermeras en el Hospital Civil y Militar de Ciudad Juárez, Chihuahua, e invitó a Kingo a trabajar en aquel lugar, primero como barrendero, pero después, ante la necesidad de ‘manos extras’ para atender a los heridos de la lucha armada (Revolución Méxicana), Nonaka pasó a ser ayudante de enfermero y luego, por su gran capacidad autodidacta, alcanzó el grado de enfermero de primera, una especie de auxiliar de cirujano.
“Mi papá siempre tuvo la necesidad de superarse pero lo hacía de la forma más difícil: solo viendo a los que sabían hacer las cosas, sin instrucción de otros”, resalta su hijo Genaro quien encontró el diario de su padre y publicó con su contenido el libro “Kingo Nonaka: andanzas revolucionarias” (2014).
Es así como este japonés forma parte de las historias de la Revolución Mexicana.
Ya consolidado como enfermero y con la Revolución en sus inicios más sangrientos, Kingo estaba de visita en Casas Grandes, un poblado a pocos kilómetros de Ciudad Juárez. En ese lugar se libraría una de las luchas fundamentales de este momento histórico del país.
El famoso revolucionario mexicano Francisco I. Madero, fue herido de bala en la mano derecha, y Nonaka, de visita en aquel poblado, fue requerido para ayudarlo, un momento histórico que integró a Japón en una de las luchas más importante de México.
En uno de sus diarios quedó documentada la breve conversación que tuvo con Francisco I. Madero mientras lo atendía en aquella Batalla de Casas Grandes que dejaría más de 50 muertos.
—¿Por qué ustedes se están matando, mexicanos con mexicanos? —, cuestionó Kingo.
—(…) Para Porfirio Díaz, el dictador, los mexicanos no tenemos garantías, ni justicia ni igualdad, somos esclavos de los ricos extranjeros y entre nosotros los mexicanos tenemos gente muy competente para desempeñar cualquier trabajo por delicado que sea, pero para el presidente Díaz los mexicanos no existimos. Por eso estamos matando a los partidarios y a la gente de Porfirio Díaz. ¿Me entendió, mi doctor Nonaka?
—Sí, señor.
A partir de ese momento Madero invitó a Kingo a sumarse al levantamiento como enfermero especialista en atender heridos de bala y en la historia quedó inscrita su participación en 14 acciones bélicas durante el movimiento armado: dos con el ejército de Francisco I. Madero y 12 más al lado del legendario Pancho Villa en donde alcanzó el rango de Capitán en el Batallón de Sanidad de la División del Norte.

En 1969 recibiría por parte del gobierno mexicano una condecoración al mérito revolucionario

1 comentario:

Anónimo dijo...

Woooo! y seguimos en lo mismo nada cambia