jueves, 16 de abril de 2015

Óptica Ciudadana

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Infante, la leyenda


Teotihuacan en línea. Artículo de José Luís Hernández Jiménez. La noticia que todos los mexicanos conocieron, fue que alrededor de las 8 de la mañana del 15 de abril de 1957, en Mérida, Yucatán, la avioneta que había despegado del aeropuerto, rumbo a la capital del país, se había desplomado y su piloto, “el ídolo de las multitudes”, había fallecido, quedando su cuerpo, irreconocible.
México, y el mundo de habla hispana de la época, quedaron estupefactos. En su funeral, dos días después, ¡más de cien mil personas!, es decir, el 20 por ciento de la población total capitalina del momento, según crónicas periodísticas de aquellas fechas, acompañaron su féretro hasta el Panteón Jardín de la Ciudad de México. Y desde entonces, nació la leyenda de Pedro Infante, leyenda que, transcurridos 58 años del accidente, aún perdura.
Pero hay otra historia sobre el mismo personaje. Historia ¿increíble?, si pero que ha servido para dar un quiebre a la leyenda. Tiene tres fuentes, en mi caso, que van convergiendo: una visita casual en 1984, a un restaurante bar del rumbo de Ciudad Satélite, en el Estado de México, la plática informal con el taxista que nos trasladó en esa fecha, hacia el Metro Tacuba y una serie de videos que se pueden disfrutar en Youtube.
En aquel restaurante había variedad musical. Uno de los cantantes llamó mi atención por su voz, su físico, su manera de vestir, las canciones entonadas y la reacción del público. Lo menos que pensé fue “qué bien imita a Pedro Infante”. Pero la reacción del delirante publico, mujeres maduras en su mayoría, era que ese personaje era el mismo “Pedrito”, de tantas canciones y películas memorables, aunque el cantante repetía constantemente, en un tono norteño “Épale no, yo soy Antonio Pedro, ese es mi nombre artístico, no me la cambien pues, no me vaya a meter en problemas”.

Y luego siguió cantando eso sí, puras canciones de las grabadas por Infante. Bajó del escenario, y sin dejar de cantar, empezó a pasear por entre las mesas de los clientes, cuando llegó a la de nosotros, noté que podría tener unos 65 años de edad, una estatura aproximada de 1.70 metros o un poco mas, palmeó nuestros hombros, se alejó, se dejaba querer por el público, que le aplaudía, coreaba las entonaciones, le tocaba, le saludaba. Y el famoso grito se escuchaba, casi igual al de las películas.
Su actuación terminó con la firma de Antonio Pedro, de fotos, casetes, discos antiguos, de…¡Pedro Infante!, que el mismo público asistente le ofrecía y con fotos que ahí mismo, en las mesas, los comensales, le pedían tomarse.
Salimos. Abordamos el taxi. A mi acompañante le comenté mi zozobra sobre dicho personaje. ¿Deveras será Pedro Infante? Su físico, vos y modales, apuntan en ese sentido pero... Y el taxista, un adulto mayor, de unos 70 años, interviene en la conversación: “¿Vinieron a ver a Pedro Infante? ¡Qué bien!” ¿Usted cree que es Pedro Infante? Le pregunto. Y se suelta: “¡Claro, es él! Él no murió cuando dijeron. Los mismos matones que tenían la orden de matarlo, y que resultó que eran sus admiradores, pusieron a otro en su lugar en el avión, luego a él lo secuestraron, lo golpearon y fueron a tirar hasta las Islas Marías y ahí lo dejaron medio muerto, en donde estuvo, como 25 años. ¿Por qué hicieron eso? Porque andaba enamorando a Cristian Martell, una Miss Francia, que se vino a casar con Miguel Alemán, el hijo del que fue Presidente. Él fue quien dio la orden de matar a Pedrito, por puros celos. Fue una canallada la que le hicieron al “Torito”. Luego se quedaron con todos sus bienes. Por qué cree que Televisa, de la que Alemán ha sido socio,  es la única empresa que lucra con las películas y las canciones de Pedro”. ¡Ah! ¿Y a Usted quién le dijo eso?, vuelvo a preguntarle. “A mi me lo platicó uno de esos, los matones, que eran guaruras de Alemán”.
¿Y luego? “Luego apareció. Y ahí está, haciendo presentaciones por todas partes, hasta en Estados Unidos. Pero no puede usar su nombre, por cuestiones legales y, además el ya no quiere broncas, solo quiere que lo dejen ganarse la vida, complaciendo a su gente”. ¿Verdad, mentira?  Que cada quien saque sus propias conclusiones. Yo nomas  platícoles, estimados lectores, una leyenda urbana
El taxista me dejó mas intrigado aún. En México, lo sabemos, todo puede suceder. Y sí, la gente de poder, es capaz de todo. Todos los juniors de Presidentes o ex Presidentes, han causado desmanes por donde se paran; mas en aquellos tiempos. Y es cierto, para Telvisa, la empresa que durante 50 años trasmitió en exclusiva las películas de Infante, Pedro fue una mina de oro. Curioso dato aquel, cuando la doña fue entrevistada en el llamado “Canal de las Estrellas, por el periodista Ricardo Rocha, ella se refirió a Infante con bastante menosprecio. Y en los años cincuentas, ella había sido señalada como amante del Presidente Miguel Alemán (Era común escuchar aquello de que “La Doña, a Miguel Alemán lo lavó, a Agustín Lara lo secó y a Jorge Negrete lo tendió”).         
Esta historia me la completa, recientemente, mi mecánico: “Si señor José Luís, Pedro Infante no murió en 1957. Murió en 2013, a los 96 años de edad. Desde 1980, volvió a cantar en palenques, festivales, bares, restaurantes, de muchos lugares de México y de Estados Unidos”. ¿Pero como lo sabe?, le pregunto. “Pues ahí lo puede ver en la computadora. ¿Tiene computadora? Mire, solo le pone en el renglón, “Antonio Pedro Pedro Infante, le pucha y ya, aparecen sus videos”.
La curiosidad me gana, opero mi computadora  y…ahí está, es el mismo personaje que conocí en 1984 en Ciudad Satélite, ¡Antonio Pedro!, o ¿Pedro Infante? Y aparece toda una colección de videos y todo tipo de historias similares y conexas a la que me contó el taxista aquel.
La leyenda de Pedro Infante se niega a desaparecer. Para ello solo bastaron 400 canciones grabadas, 61 películas filmadas, la mayoría muy exitosas, incluyendo una ganadora de un Ariel por mejor película y mejor actor y una ganadora del Oso de Plata en el Festival de Berlín, en 1957, cuando él ya había fallecido, su creación del evento anual “Las Mañanitas a la Virgen de Guadalupe”, infinidad de presentaciones personales, un libro sobre el tema elaborado por Carlos Monsiváis (Las Leyes del Querer) y el surgimiento de Antonio Pedro, luego de 25 años del fallecimiento del ídolo de las multitudes. Y muchos de sus seguidores, aún siguen llevándole Las Mañanitas a su tumba, cada 15 de abril. Ah, la leyenda de Infante.           
Notitas: Una.- Que es la tercera llamada, tercera: Mi libro “Cuando correteábamos utopías”, se presenta en sociedad el sábado 18 de abril, en el Club de Periodistas del DF (Filomeno Mata 8, cerca de las estaciones del Metro Allende y Bellas Arres), a las 12 horas. Dos.- Que inician las campañas electorales para los comicios de este año, por lo que hasta fines de junio, seremos testigos de 90 mil horas de propaganda político electoral. Insisto, es demasiado dinero tirado a la basura, pues los ciudadanos no tenemos serenidad para captar tantos anuncios. Tres.- Que la clave para tener menos males, es el ejercicio cotidiano

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