Óptica Ciudadana
CAOS CHILANGO (3ª parte)
Teotihuacán en Línea. Por José Luís Hernández Jiménez. A ver si alguno de los 271
servidores públicos a elegir el 1 de julio, en la CDMX, hace algo contra el
caos chilango, que 9 millones de personas padecemos a diario.
Dudo que instalados en sus respectivos encargos, hagan algo
que valga la pena para hacer de la capital del país, una ciudad habitable. Y es
que entre los 160 Consejales, 66 Diputados locales, 24 Diputados Federales, 16
alcaldes, 4 Senadores y 1 Jefe Gobierno, que se van a elegir, predomina la
inexperiencia, la ineptitud, la mediocridad y la ambición personal. Ya que,
estarán apoltronados y… habría que exigirles que hagan bien el trabajo para el
que serán contratados por los ciudadanos.
Habría que exigirles que ayuden a hacer de la CDMX, una
ciudad de habitable. Es decir, un sitio agradable y con alta calidad de vida.
Cosa que no ha logrado eso que llaman “izquierda”, en estos veinte años que ha
gobernado.
Porque la capital es un sitio con un medio ambiente muy
contaminado, con un permanente tráfico infernal, semejante a un
inmenso y saturado estacionamiento de vehículos automotores, con excremento
canino por todas partes y basura en gran parte de la ciudad, con un ejército de
desempleados, disfrazados de subempleados (se nota porque la cantidad de
tianguis y vendedores ambulantes, crece cada día), con grave inseguridad
pública, con el crimen organizado en ascenso, con sus cárceles saturadas de
tanto preso, con corrupción galopante, con servicios públicos deficientes,
hospitales llenos de enfermos pues sus instalaciones, equipo y personal, son
insuficientes, con transporte colectivo
totalmente deficiente e insuficiente, con falta de agua potable instalada en
muchas de sus colonias, con funcionarios improvisados, que tratan a los
gobernados como clientes y no como ciudadanos.
Los habitantes de la otrora “Ciudad de los Palacios”,
sobrevivimos porque nos hemos convertido en una especie de mutantes: Todos con
stress y neurosis, todos desconfiando
los unos de los otros, corriendo de un lugar a otro, como enloquecidos,
despojados de las más mínima solidaridad para con el semejante, todos
cuidándose a su propia manera de la inseguridad cotidiana, delirantes, en busca
del pan de cada día.
Y es que se trata de una ciudad, la de México, que ya no
resiste ni los aguaceros de la temporada. Cada que llueve, hay inundaciones y
damnificados por doquier. Quizá por ahí
debiéramos empezar, por reconocer que quien manda es la naturaleza y, por ende,
que en lugar de tratar de acabar con ella, hay que aprender a convivir con su
existencia. Es decir, lo que procede para construir ciudades habitables es, en
primer lugar, aprender a vivir con la naturaleza.
No es una tarea fácil. La depredación de la naturaleza, a
cargo de lo seres urbanos (ya no humanos), tiene siglos de iniciada.