Clarisa; una morra como tú LA COLUMNA ROTA FRIDAGUERRERA VILLALVAZO
La lucha contra la violencia de género, y/o el feminicidio
no es la guerra de las mujeres contra los hombres. Es una guerra para vencer la
impunidad, la desigualdad, la injusticia, la insensibilidad, la prepotencia, la
indiferencia de quienes tienen la obligación de proteger, ayudar, proporcionar
herramientas de prevención y apoyo a la sociedad. Si las autoridades
implementaran, sin corrupción las medidas correctas para dar un acceso real a
la justicia, las cosas en este país mejorarían.
Más del cincuenta por ciento de la población somos mujeres.
Es absurdo que no tengamos los mismos derechos que los hombres, que seamos
violentadas y amenazadas por ellos. Que sólo por cuestiones de superioridad en
fuerza física (y no en todos los casos) nos subyuguen, nos amedrenten. Intenten
secuestrarnos, violarnos, controlarnos. La misoginia no tiene cabida en una
sociedad de progreso, de igualdad.
Es urgente que los feminicidios se terminen. La solución
para lograrlo es que las autoridades cobren conciencia de la gravedad del
asunto; no es posible que un sector mayoritario de la sociedad siga siendo
violentado por sus características sexuales, físicas, por su forma de ser y de
pensar distinta a la del hombre.
Acabemos con esa cultura del patriarcado que no valora, que
ofende, que somete a sus mujeres. Retomemos la cultura de la igualdad, del
amor, la comprensión, la tolerancia. Inculquemos esos valores a nuestros hijos,
a los niños mexicanos, para que, cuando crezcan, su pensamiento tenga bases
sólidas y todos gocemos de los mismos derechos, con respeto y comprensión, sin
importar la condición social, física, las creencias religiosas y las
preferencias sexuales. (Extracto del libro NI UNA MÁS, Editorial Aguilar)
La Columna Rota nació para que conozcas las historias de
vida de mujeres y niñas asesinadas en este país. Sin embargo, estamos ahora
contando las historias de aquellas mujeres valientes, que logran salir de ese
círculo de violencia que implican las relaciones co-dependendientes y que al
salvarse las dejan rotas, mutiladas, pero vivas, para que te cuenten como lo
lograron, esto es para que tú también conozcas como salir de una relación así,
y sobre todo jamás te sientas sola, o juzgada
Clarisa una chica de tu edad.
Aquí está mi historia: Yo soy Clarisa.
Lo conocí por mis amigos en las fiestas, yo estaba pasando
por un mal momento, mis padres se estaban divorciando y no estaba segura de la
carrera en la que me había inscrito. Empezamos a hablar por Facebook y me cayó
muy bien, logró cautivarme con su ingenio y me hacía reír mucho.
Un día salimos y me pareció un chico muy agradable, así
empezamos a salir y después nos hicimos novios. Desde el principio me daba
señales sutiles sobre sus celos, pero me parecía tierno, creía que se
preocupaba por mí. Al principio de la relación era muy atento y me apoyaba
mucho, pero poco a poco sus celos fueron creciendo, ya que yo me había llegado
a besar con distintos chicos en el pasado. El problema fue que lo empecé a justificar,
creí que era normal que se celara por mis amigos y otros chicos porque yo había
tenido la culpa por haberme besado con otros.
Así pasó el primer año, sus celos cada vez eran más grandes
y ya me había prohibido hablar con un par de amigos con la justificación de que
yo había causado eso y que de seguro ellos querían algo conmigo. Me sentía
cansada y lo terminé, unas horas después me buscó “arrepentido” por lo que
había hecho y me dijo que ya no serían, así las cosas, que confiaba en mí. Yo
le creí y regresamos. Después de eso tuvimos un par de meses muy padres, pero
poco a poco los celos volvieron, empezamos a salir de fiesta y tomar juntos y
ya que estábamos borrachos me la hacía de pedo por haber volteado a ver a
alguien o por algo que había pasado antes de que anduviéramos.
Llegaba a mi casa y lo primero que hacía era pedirme mi
celular para ver mis conversaciones; cuando no estábamos juntos le tenía que
decir dónde y con quiénes estaba, después le tenía que mandar fotos y luego le
tuve que empezar a mandar videos porque no me creía. Y aun así teníamos
problemas. Me llegó a llamar puta y zorra, y yo creía que me lo merecía. Las
peleas eran casi diario, mis padres lo odiaban porque siempre me veían llorando
y empecé a tener problemas con ellos por no terminarlo.
Terminé viviendo encerrada en mi casa mandándole videos todo
el tiempo de lo que hacía y sin hablar con nadie para no tener problemas. Yo
estaba decidida a que de esa forma él se daría cuenta de que no andaba con una
“puta” y que eventualmente cambiaría su forma de ser. Y así entre fiestas,
fumar mota todo el día juntos y el obsesionado con que yo le pondría el cuerno
y yo obsesionada con que le demostraría que yo no era así nos fuimos hundiendo
cada vez más en una relación de miedo.
Se acercaba navidad y me fui de viaje con la familia de mi
mamá, me sentía rara, sabía que no estaba bien y presentía que estaba
embarazada y cuando regresé a mi ciudad le dije a Jonathan, y tuvimos una pelea
horrible porque él decía que solo lo hacía por llamar la atención. Al día
siguiente fue a buscarme y me hice 3 pruebas de embarazo, todas salieron
positivas. Recuerdo que lo único que pensaba era que no quería que él fuera el
papá de mi bebé, no podía tener un bebé en una relación en la que todo el día
peleábamos y nos drogábamos. El ingería mucha cocaína y se tornaba más agresivo
cuando estaba en ese estado. Él me dijo que no quería tenerlo y gracias a eso y
la situación en la que estábamos metidos decidimos abortar. Toda la mañana
estuvimos buscando formas caseras de hacerlo hasta que encontramos la Ruda, una
planta abortiva que se tomaba en té hasta que se lograra el aborto. Yo me tenía
que ir por la tarde con la familia de mi papá ya que íbamos a la playa a pasar
año nuevo, fuimos a diferentes mercados y compramos mucha ruda. Honestamente yo
no sabía nada de abortos y ahora veo lo arriesgado que fue eso, ya que si se
ingesta ruda en grandes cantidades (lo que se necesita para abortar) es tóxica
para el cuerpo y genera serios daños al estómago.
Me fui a la playa y tal como vi en internet tomaba una taza
de té de ruda por la mañana, tarde y noche. Me sentía terrible emocional y
físicamente, ya que de mis ganas no hubiera tomado esa decisión, pero sabía que
era lo mejor que podía hacer. Le marcaba a Jonathan para platicar ya que solo
él y yo sabíamos lo que estaba pasando y siempre terminábamos mal ya que me
decía que no lo molestara, que estaba de fiesta y que le cagaba que yo
estuviera chillando, y luego empezaba con los celos.
El 31 de diciembre por la noche fui al baño y cuando volteé
a la taza había mucha sangre y pedacitos de algo extraño. En ese momento me
quebré y me sentí la peor persona en el mundo. No recuerdo haber sentido nunca
tanta tristeza como ese día y los posteriores.
Me prometí a mí y a mi bebé que si hacía eso era porque iba
a cambiar mi vida para bien y que si algún día volvía a embarazarme le daría la
vida que se merece a ese bebé. Claro que las cosas empeoraron de ahí, me
sumergí en una depresión terrible. Jonathan estaba peor con sus celos y parecía
que no le importaba para nada lo que habíamos vivido. Una vez lo terminé y me
amenazó con publicar mis nudes si lo terminaba.
Así que me quedé, un día que me iba a dejar a mi casa agarré
su celular sin que se diera cuenta y me encerré, borré todas mis fotos y cuando
estaba buscando mis conversaciones para borrarlas vi que tenía un buen de
conversaciones con otras chicas y me di cuenta que me ponía el cuerno. Él
estaba afuera desesperado tocando como loco, mi mamá bajó muy enojada y le tuve
que contar lo que pasaba para que no le abriera. Cuando borré todo, salí y le
di su celular y le dije que nunca lo quería volver a ver. Al día siguiente me
buscó y me pidió perdón de nuevo, tenía un talento para manipularme y seguimos
juntos.
Yo ya no tenía fuerza, después del aborto bajé más de 15 kg. Porque la ruda dañó mi
estómago al grado de que no absorbía nada, mi piel estaba llena de moretones y
quienes me conocían estaban muy preocupados por mi salud. Me refugié en la
marihuana para escapar de lo que vivía. Hasta que un día después de una pelea
me vi en el espejo y me dio miedo lo que veía, ya no me conocía. Y ahí decidí
que de verdad empezaría a luchar por terminar esa relación. Así fue como poco a
poco me fui poniendo firme en ciertas cosas, dejé de enviarle videos para
comprobarle que “no lo estaba cuerneando”, dejé de contestarle cuando se ponía
celoso y fui recuperando mi vida poco a poquito. El problema es que cuando
empezó a sentir que me perdía se portaba más lindo, pero yo ya no caía en sus
juegos.
Hasta que un día por fin tuve el valor y la fuerza para
poder terminarlo. Me di cuenta que todo el tiempo le di lo mejor de mí y que si
él no fue capaz de verlo era su problema, yo ya no quería ni podía seguir
desgastándome para que viera que yo valía la pena. Y justo así fue como me di
cuenta que valgo la pena, que soy una persona valiosa y que no merecía ser
tratada de ninguna forma que vulnerara mi dignidad. Terminamos y me siguió
buscando, caí un par de veces en vernos, pero milagrosamente salió un viaje y
me fui, poner esa distancia física me ayudó a terminar de manera definitiva esa
relación. Y cuando regresé me sentí fuerte y nunca volví con él.
Hoy agradezco a las personas que estuvieron ahí para mí y
rescató lo que aprendí de esa relación: ya sé que NO quiero en una relación,
que cosas no puedo permitir y con qué personas no quiero relacionarme.
Honestamente, creo que haber terminado esa relación fue lo más difícil que he
hecho en mi vida y es uno de los mayores logros que tengo. Y gracias a esto soy
más fuerte y feliz que nunca.
Porque te quiero viva; Yo te creo. No juzgues, condenes o
criminalices una relación así, salir con vida no es fácil y celebrar que lo
están y sobretodo que compartan el cómo lo lograron es la base de esta parte de
la columna rota.
Así que ven cuéntanos tú historia, ¡viva!, ¡Aún puedes
hacerlo!
febrero 2019
Eres madre, padre, hermana, hermano, hija, hijo. De una
mujer víctima de feminicidio, desaparición, o intento de feminicidio búscame,
ayúdame a visualizarlas y contar su historia, o mándanos tú historia y ayuda a
que más mujeres sepan como salir de eso. Voces de la Ausencia.
@FridaGuerrera
fridaguerrera@gmail.com