sábado, 7 de mayo de 2016

Comunicado de periodistas del periódico El Financiero

Comunicado de periodistas de periodistas del periódico El Financiero


Gabriel Moyssen/Antonio Sandoval. Cuando fuimos despedidos junto a un centenar de compañeros más de El Financiero a principios de septiembre de 2015, después de más de 16 años de fructífera labor como editores de las secciones Internacional/Mundo y Mercados -la justificación del director, Enrique Quintana, fue que la medida era necesaria para garantizar la viabilidad económica del diario- por un momento pensamos que nuestra relación con la empresa había terminado.
Muy pronto, sin embargo, recordamos que todavía quedaba pendiente cumplir con nuestra obligación ante el Servicio de Administración Tributaria (SAT) para el ejercicio fiscal de 2015, es decir, presentar la declaración anual de impuestos, para lo que se requiere la entrega de comprobantes de retención por parte de la empresa, como cada año y de acuerdo a lo que establece la ley. Un trámite, pensamos, sin grandes dificultades que incluso en sus momentos más difíciles realizó sin demoras la compañía dirigida hasta 2012 por la familia Cárdenas Estandía.
El tiempo transcurrió y desde finales de marzo, faltando más de un mes para la fecha límite de presentación de declaraciones de las personas físicas fijada por el SAT, el uno de mayo, comenzamos a solicitar vía telefónica y por correo electrónico nuestras respectivas constancias de retención de impuestos, aunque la respuesta de El Financiero en cada oportunidad fue dar largas al asunto (o ni siquiera responder) sin mayor explicación que aludir a los “problemas” en su área fiscal. Preocupados, acudimos a las oficinas del diario en la última quincena de abril, para salir con las manos vacías.
Finalmente, a días de que venciera el plazo citado, se nos hizo llegar por correo electrónico una constancia incompleta, que cubre del séptimo al doceavo mes del ejercicio 2015, lo que nos impide cumplir con nuestras obligaciones y nos expone a una multa del SAT. Ante esta situación la empresa, que en dos ocasiones en los últimos meses de trabajo nos hizo firmar contratos con compañías outsourcing que manejaban o maneja en su nómina, sigue sin dar una respuesta clara y mediante empleados que contestan el teléfono en el área de recursos humanos nos “informó” que una de dichas compañías tampoco le ha proporcionado la documentación del primer semestre de 2015, que efectivamente, no aparece en los registros hacendarios correspondientes. ¿Por qué? ¿Con qué objeto? Ése no debería ser nuestro problema; no obstante, la actitud de El Financiero parece ser la de “háganle como quieran”.
Hoy, mientras continuamos esperando, sabemos que este problema no es sólo nuestro, sino de muchos otros compañeros, de los que también fueron despedidos y de los que aún trabajan en El Financiero. Nos preguntamos: ¿Quién pagará, en caso de que seamos multados indebidamente por el SAT? ¿Por qué tenemos que seguir aguantando el trato grosero y despótico que los caracteriza? ¿Así es como se maneja Manuel Arroyo, nuevo propietario de este medio, reconocido en 2014 como “empresario del año” por el presidente Enrique Peña Nieto?

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