lunes, 26 de septiembre de 2022


¿Se acabó el bullying en las escuelas? No es verdad. Aquí las señales

Edomex en Línea/Teotihuacán en Línea. Últimamente se habla mucho de acoso escolar o bullying. ¿Eso significa que ha aumentado espectacularmente? No necesariamente: probablemente, también se debe a que ha crecido la concienciación sobre lo que representa y los perjuicios que causa, algo que es positivo. No obstante, continúa siendo un problema grave frente al que hay que tomar medidas desde todos los ámbitos implicados.

Y los padres, ¿qué pueden hacer? En primer lugar, conocer a sus hijos para poder detectar los cambios que revelan que pueden estar sufriendo bullying. Es sabido que los niños y adolescentes no siempre expresan sus emociones y vivencias de forma directa. Es más, muchos no cuentan casi nada sobre el colegio, sea bueno o malo.

El bullying no crece, pero sigue en niveles preocupantes

Antes de proporcionar los signos de alerta del bullying, no está de más repasar las cifras de esta lacra social. Uno de cada cuatro alumnos (24,4%) percibe que existe acoso escolar en su clase. Esta percepción se sitúa por encima de la del año pasado cuando lo detectaba solo el 15,2% de los estudiantes, pero sigue por debajo de la de 2019 (que fue del 34,1%).

El trabajo revela que el acoso escolar está cambiando. Así, la modalidad más común en el último curso fueron los insultos, motes y burlas (89,5%), mientras que el resto de formas de meterse con la víctima se redujeron. Concretamente, los golpes y patadas han pasado del 38% de 2020-21 a un 31,8% en el estudio actual.

La mayoría de los alumnos encuestados piensa que el acoso escolar afecta a una sola persona (51,3%) y que la víctima lo lleva sufriendo desde hace más de un año (29,9%). Entre los motivos por los que se produce destacan el aspecto físico de la víctima (56,5%) y las cosas que hace o dice (53,6%). Menos frecuentes son las buenas notas (20,7%) o el hecho de que el agresor sea agresivo (20,2%).

En cuanto a los agresores, destaca el hecho de que en el 72,6% de los casos la agresión se lleve a cabo entre varias personas (frente al 43,7% en 2018 y 2019).

Al preguntar a los alumnos si han podido participar en una situación de bullying o ciberbullying sin darse cuenta, uno de cada cuatro (24,4%) reconoce que sí lo ha hecho, un porcentaje 2,6 puntos más alto que en 2021 y 2022.

Otro aspecto llamativo es el que se refiere a la percepción que tienen los alumnos sobre la respuesta del centro a los casos de bullying: un 45,4% perciben que su profesor no hace nada y hasta seis de cada diez (61,7%) que su centro escolar no adopta ninguna medida. También es muy elevado (46,8%) el porcentaje de alumnos que cree que sus compañeros no hacen nada.

Actuar frente al bullying requiere un buen diagnóstico de la situación. Para ello, según resalta Ramiro A. Ortegón, director del Máster en Acoso Escolar es imprescindible “Conocer a los niños y la situación en la que estamos”. Así, en vez de indagar e interrogar a los hijos exclusivamente sobre cómo se encuentran, considera oportuno ampliar el foco y “preguntarles qué tal se vive dentro del grupo”.

Asimismo, subraya la importancia de “quitar las etiquetas”. Para empezar, la del “agresor”, y a partir de ahí empezar a planificar los cambios que hay que efectuar para acabar con el acoso escolar. Criminalizar de entrada crea “situaciones de desprotección”. “Debemos ir siempre más allá como comunidad educativa”, apostilla.

Señales de alerta del acoso

 

¿Cómo puedo saber si mi hijo está siendo víctima de bullying?

Las señales de alerta no siempre son directas, pero quienes trabajan diariamente con este tipo de situaciones las conocen bien:

Cambios en el comportamiento y el estado de ánimo. Se suelen manifestar. “El niño se muestra más retraído, melancólico, tristón… o bien más agresivo e irascible”. Las alarmas deben encenderse si se trata de comportamientos que no mostraba antes. El niño pide continuamente a sus padres que le repongan el material escolar.

Hay menores que, ante una situación de acoso, empiezan a mostrar más síntomas de tipo psicosomático, como dolor de tripa y de cabeza, que además son más intensos ciertos días de la semana, como los domingos por la tarde. El niño verbaliza que no quiere ir a clase y se resiste a entrar cuando llega al colegio.

Conviene prestar atención al aislamiento social, especialmente cuando el niño deja de querer estar con sus familiares y amigos de toda la vida. También es bueno observar cómo se relaciona con sus iguales y “Ver si hay cambios en su forma de afrontar las situaciones que se presentan”, apunta Ortegón, que preside la plataforma de recursos frente al bullying PDABullying

Un descenso súbito del rendimiento académico es otro posible indicador de acoso. Muchos niños que sufren bullying cambian sus hábitos saludables, dejan de practicar actividad física, no se quieren duchar…

Ortegón señala que el niño víctima de acoso también experimenta cambios en su “sentido de vida” es decir, aquello que quiere hacer, sus metas a corto, medio y largo plazo. Ante la pregunta ¿qué quieres ser de mayor?, su respuesta puede variar significativamente

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